¿Distingo dicha de quebranto?
Falta casi un mes para mi cumpleaños (para variar, el número 30) y otra vez ha llegado el momento de la reflexión apesadumbrada. Desde hace tiempo, he sentido la urgencia de tomar asiento a solas y pensar en el rumbo que deben de tomar las decisiones que de ahora en adelante haga. Pero aún no lo he logrado. Más aún, tendría que pensar en las decisiones que debo tomar o, más bien, echar luz sobre el final del camino al que quiero llegar. Creo que me he acobardado y le he rehuído. ¿A dónde exactamente quiero llegar? ¿Cómo llegar el éxito - emocional, profesional, artístico, ecónomico? Esa paz interior, la necesito. ¿Cómo enfrentar los problemas que no puedo solucionar, que siempre me acompañarán en la vida? Hace poco, una amiga me dio un consejo que me persigue - "si dudas en hacer algo, entonces no deberías hacerlo." Es un sentimiento que persiste en mi cabeza, precisamente porque va con mi personalidad extremosa (blancos o negros o nada), pero también porque no sé cómo confrontar ciertos aspectos de mi vida. Tendría que visitar un psiquiatra para lograr explayarme aún más. Mi madre intuye que tengo problemas emocionales, pero no los platicamos porque yo no quiero y porque ella se atemoriza de lo que pueda decirle. Me siento perdido y me cuesta hallarle sentido a casi todo lo que estoy viviendo. No quiero dañar a quien le he dado alas, el trabajo me parece inútil y no sé hasta cuando durará la complacencia que le tengo al aislamiento emocional que hasta ahora he decidido adoptar como forma de vida. No me importa cumplir 30 por razones de vanidad, sino porque la vida avanza sin que yo me suba al tren. No sé como hacerlo, me imagino y me considero tan inútil para ser todo lo que ya debería de ser y todo lo que me falta por lograr. Hay que resolver mis sentimientos de autoestima, definitivamente. E identidad. Y tantas cosas más.