Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.

Monday, October 30, 2006

¿Por qué me habrás besado?

Jiménez me llamó el sábado y yo casi me echo a llorar durante nuestra conversación.

Empezamos hablando de muchas cosas (tonterías) y de repente me avisó que estaba en pláticas con su ex-novio para reiniciar su relación. De alguna manera saqué ánimos para darle una buena cara (o voz) y creo que se dio cuenta... aunque también estoy seguro que pudo sentir la decepción colarse entre mis palabras positivas. Le dije que todo sería para bien, que le agradecía su franqueza y que como quiera me gustaría que siguiéramos hablando... lo cual no me reafirmó. Mi tono se mantuvo ligero y en el fondo debió también agradecérmelo pues impedí que el momento se volviera incómodo.

Pero entre el golpe de su noticia y mis esfuerzos por aparentar calma, me conmoví. De pronto caí en cuenta que nunca nadie me había mandado a la chingada con tal finura... es que no tenía por qué llamarme para dar explicaciones, no tenía porque hacer el esfuerzo y tomarse la molestia para avisarme que lo nuestro tendría que suspenderse. Cualquier otra persona simplemente se hubiera perdido en la Ciudad de México sin responder a mis llamadas e ignorando que alguna vez nos gustamos. Y sin embargo, me llamó... algo bueno debo de motivarle para que se coloque en un lugar tan incómodo como es el de quien rechaza a otro. Tuvo esa consideración conmigo que jamás olvidaré.

Lo cual me lleva a mi gran y estúpida paradoja: hizo que cayera aún más fuerte a sus pies... con esa llamada acabó por enamorarme. ¿Y ahora qué voy a hacer? (lo siento, pero no voy a ligarme a su ex-pareja, a quien por una impresionante coincidencia cortesía del destino or something, acabo de conocer y quien me tiró el pedo)

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