Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.

Thursday, March 30, 2006

Un torrente (dando vueltas por mi mente)

Anoche conocí a alguien. La verdad, es quizás la persona más bella que jamás se haya interesado en mí. El encuentro fue algo fuerte. Obviamente yo me porté como pendejo porque soy muy torpe para ligar y todas esas chingaderas. Así que acabé dando un poco de pena ajena, pero como quiera se me acercó y platicamos (después de muchas miradas y sonrisas de larga distancia... qué cursilerías, Dios mío). Lo único que no me gustó fue que, cuando le propuse salir este fin de semana, lo pensó durante un par de segundos y luego no me dio un "sí" definitivo. Quedamos en hablar. Me caga que pase eso. Yo soy sincero y cuando quiero algo, lo demuestro sin estrategias ni jueguitos. Claro que gran parte del resto de la gente no es así y ni modo.

Sunday, March 26, 2006

Mi suerte estaba echada

Hoy me desperté con la noticia y afortunadamente no estaba crudo porque estas cosas pueden dejar muy mal a cualquiera en un estado alterado. Me tiré al piso de rodillas, alcé mis brazos al cielo y por poco comienzo a flagelarme entre sollozos y gritos de "¿Por qué? ¡¿Por qué, Rocío?!" Hija de la fregada, te me pelaste sin antes cantarme al oído "Juro que Nunca Volveré". Me has dado en la madre... esto es casi casi como cuando Lola me hizo lo mismo hace diez años (creo que lo de Lola fue peor, me hizo sentir que yo me moría con ella).

No cabe duda que marzo me ha pintado negro como su chingada madre. Entre aquella decepción amorosa (que ya está digerida, creo que puedo decir que he salido adelante.. ¿pero por qué fregados me tengo que topar con su retrato a cada momento en x cantidad de revistas?), el malestar físcio e incómodo (ya curado), cuestiones laborales (en proceso) y presiones familiares esporádicas (please make them stop), debo admitir que este último mes ha estado del reverendo y asqueroso nabo.

Ahora nomás me falta que se me pele la otra Rocío para que de plano descorche el frasco de Prozac.

Thursday, March 16, 2006

Saborear mi dolor

¿Qué más hacer que eso?

Wednesday, March 15, 2006

Et puis, je fume.

Pues sí, se acabó. Y antes de enterrar al cadáver, quisiera explayarme en las posibles razones por las cuales se acabó lo que un día había empezado tan prometedoramente como kermesse de pueblo:

1. Tiene baja auto-estima. No es que yo me crea el hijo de Alain Delon y Helmut Berger, pero tengo lo mío y a mucho orgullo. Y, perdón, pero es obvio que eso que tengo es mucho más que lo suyo. Por eso ahí va su breve descripción física: baja estatura, lechosidad de piel, cráneo rasurado, cara carcomida y envejecimiento prematuro. Pero lo peor del caso es que… ¡así me encantaba! Se me hacía una belleza (y creo que se me sigue haciendo). Ni modo, así me gustó… y no sólo eso, me mató. Yo, de idiota, pensé que yo le gustaría también, pero – oh pinche sorpresa - ahora estamos viendo los resultados negativos al respecto. Mi teoría #1 parte de que seguramente nuestro personaje en cuestión se ha analizado a lo largo de sus treinta y tres años recién cumplidos y se sabe que no es una ninguna belleza. Ha de creer que, por leyes de la naturaleza, no puede jalarse a los güeyes más guapos y se tiene que conformar con algo menos que eso. Por eso se ha de haber sorprendido gratamente cuando yo (que, repito, no es por soberbio, pero sí estoy mejorcito físicamente) le fijé mi atención… sin embargo, con el tiempo ha de haber recapacitado y pensado que no podía tener tanta suerte y que yo seguramente tenía un motivo más allá de la pura atracción para que me interesara… ha de pensar que se trata de su maldito dinero. (Intermedio: me caga hacer estos análisis porque me parecen muy superficiales y porque nunca sabré las respuestas a la pregunta que me retumba día tras día: ¿por qué ya no me llama?) Pero bueno, el punto es que nuestro personaje podría sufrir de paranoia (“la gente se me acerca por mi dinero”) y por eso, cada vez que nos veíamos, yo me sentía estudiado, medido... como si estuviera bajo una lupa que analizaba mis reacciones cuando me revelaba un nuevo eslabón del emporio de compañías de su familia. Pero como bien dijo nuestra gran filósofa Lucerito en una esplendorosa ráfaga de lucidez existencialista que ya hubiera querido Octavio Paz para un día domingo: “¿Yyyyyyyyy?” ¿A mí qué me importa su dinero? En serio que me molesta esta opción #1… pensar que me dejó de hablar por creer que soy un interesado. Jamás en mi vida me lo han dicho y, aparte, yo no soy ningún muerto de hambre, ni tampoco un come-mocos. A mí me encantó desde que la primera vez que se me apareció, me fascinó. Y luego, conforme nos fuimos conociendo, me mató su nobleza…es lo máximo. Me hizo sentirme fenomenal. Y yo estaba listo para enamorarme cada vez que me miraba. Entonces, este punto #1 se resume en que nuestro personaje se comparó físicamente conmigo y decidió que algo no embonaba. Que se merece menos que yo por su propia naturaleza. That’s so weird (and it’s even weirder that it’s coming out of my head).

2. Le parezco muy fresa… aparentemente. Cuando estábamos juntos, traté de ser yo mismo, pero tampoco fui el dicharachero, parlanchín, sonrisas de siempre. Fui un poco más sobrio. Me contuve por nerviosismo. Cada vez que nos veíamos, yo me sentía como estúpido (es más, la primera vez que salimos me puso a manejar su coche y de tan nervioso que estaba, lo choqué contra una pared… no le pasó nada al carro, pero…). No sé si estaba esperando que yo fuera el alma de la fiesta, que me pusiera a chistosear como lo acostumbra, etc. No sé. Tengo la impresión de que me vio algo aburrido y serio… ¡lo cual no soy en absoluto! Pero quizás me porté así cuando salíamos porque yo sí estaba buscando algo serio, yo sí quería (quiero) una pareja. Y de las primeras cosas que me platicó cuando nos vimos es que no quería una pareja inmediatamente, que le gusta irse despacio cuando conoce a alguien. Por eso siento que a lo mejor quiere seguir en el desmadre. Pero lo que sí es que, aunque quiera seguir en el desmadre, si yo le hubiera encantado, ya estaría hablándome todo el día o algo así.

3. No le gusté. Simplemente no le gusté. Aceptemos que no le parecí guapo, ni que mi personalidad le haya provocado orgasmos, ni nada. No sé si habrá pensado que no lo merezco porque tengo un trabajo bastante menor al suyo (¿y entonces porque tiene esos amiguitos que parecen pepenadores?) o que mi dinero no se compara con su fortuna o que soy muy poca cosa en general por mi personalidad que no es tan chispeante como la suya a primera vista, pero el chiste es que no me quiere seguir buscando y lo tengo que admitir. Creo que esta es la opción más sensata: no le gusté. Por lo que tú quieras y mandes, pero no le gusté. Ni modo. Tengo que ser maduro y saber aceptar que a veces se gana y otras se pierde y que no le voy a gustar a todo el vecindario.

Lo que sí es que me duele. Las cosas habían empezado tan bien pero, como suele suceder, acabaron de tajo. Me quedé chiflando en la loma, eso que ni qué. Quizás se entretuvo conmigo un momento y cuando las cosas estaban por tomar un rumbo más serio, prefirió cortarlas por lo sano. Quizás es mejor que haya sucedido ahora y no después de que haya pasado más tiempo y yo me haya clavado más, ¿verdad? Ya encontraré de quien enamorarme… ¡y quien se enamore de mí!... pero por el momento, me abruma la posibilidad perdida de este amor. Siento como si se me hubiera escurrido arena entre los dedos de mis manos… y no cualquier arena. Tranquilo, tranquilo.

Tuesday, March 14, 2006

Santi, camisa blanca de mi esperanza

Creo que el título del día de hoy debería leer camisa negra de ¿cuál esperanza? Se acabó la esperanza, amigos. Se acabó la esperanza del romance que había estado viviendo hasta hace poco. ¡Y no saben cómo me duele!