Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.

Sunday, January 23, 2005

Arrastrando la cobija y ensuciando el apellido

2005. El año en que deben suceder tantas cosas en mi vida. Avanzar, avanzar, avanzar. Eso es lo que debe ocurrir. Y, sin embargo, me veo empantanado una vez más. Ahora vivo en otra ciudad, tengo otro trabajo, me reajusto. Vuelvo a descubrir que no tengo la seguridad de nada, como tantas veces antes me ha pasado. Que chinga. Ya estoy hasta la madre de no encontrar el camino. Si por mi fuera, me ahogaría todas las noches en un bar de una isla desierta cantando "Por qué me Habrás Besado?", "Arrastrando la Cobija", "La Casa Extrañará" y "Échame a mi la Culpa". Sumergido en el chupe y sin ninguna otra preocupación. Por cierto, el viernes pasado me puso un pedo garrafal en compañía de mi tío. Llegué del trabajo y me encontré a mi tío y mi tía (ella sin tomar -- es AA) echando la botanita en el estudio de su casa. Jamón serrano, queso provolone, aceitunas, paté y mucho, mucho whiskey. Yo me serví el primer vodka de la noche con agua quina y quítense que ahí les voy. Las risas y las anécdotas se pusieron a pedir de boca. Hubo una en especial que me hizo llorar de la risa. Cuentan que un conocido de ellos se fue de borrachera con los amigos y que, estando todos ahogados, los invitó a su casa a las 6 de la mañana a desayunar. Les recalcó que su esposa era un amor, que les haría chilorio, tortillas, frijoles refritos y licuados, como buffet de hotel. Claro que todos iban felices de la vida. Cuando llegaron a la casa, el esposo le gritó a la vieja: "Tencha... ya llegué". Tencha, a su vez, respondió desde su recamára: "¿Y con quien vienes?". Claro que todos pensaron que la razón de su pregunta era porque ella estaría calculando para cuántos invitados debería cocinar. El señor le contestó: "Pues con Hugo, Jerónimo, Ricardo, Julio, Uriel...". Y Tencha, como buena sinaolense que era, contestó: "Mismos que en este momento se VAN A CHINGAR A SU MADRE!" Fin de historia y yo ahogado en risas (y chupe). A la 1am, mi tía se fue a dormir y nos quedamos mi tío y yo, y claro que la plática se puso seria y ahí me tienes contándole mis conflictos muy íntimos (familiares, sexuales... como quien dice: "todo el tamal") y por supuesto que llorando como idiota. Es que para mi no entiendo las borracheras si no estoy riendo a carcajadas o chillando a moco tendido. Nunca debí haberle dicho esas cosas, aunque él también me confesó otras tantas. Pero somos adultos y espero que las confidencias de la borrachera se queden como eso. Obviamente terminamos a las 6:30am. Mi estado era el de siempre a esas horas, agarrándome de las paredes para no caerme rumbo a mi cuarto. Al otro día nos pusieron pintos a los dos, y creo que esto acelerará mi salida de su casa (me da una pena con ellos...). Lo bueno es que ya conseguí una casa de asistencia para vivir. No sé cuando me pueda recibir la señora de la casa (por el momento es imposible ya que está remodelando el baño) pero con cada día que pasa, mi necesidad se vuelve más urgente. Después de dos meses de vivir en casa mis tíos, ya empecé a apestar como el arrimado que soy. Sin embargo, he estado muy contento. Mis tíos son tan amenos y graciosos (más mi tía, por supuesto) y tienen una vibra muy especial a su alrededor. Pero basta de hablar de ellos. Hay más que platicar. Ya no quisiera hablar de borracheras. Mi vida es más que eso. Por más me que me encante la idea romántica del alcoholismo tipo Lola Beltrán, no debo dejar que se apodere de mi vida. Y más ahora que he estado un poco deprimido. Que he tenido decepciones amorosas, que mi trabajo no es lo que yo hubiera querido, que soy pobre. Adelante, corazón, como diría Daniela Romo. Adelante.