Tu vanidad no te deja entender
Feliz cumpleaños.
Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.
Uno de los grandes pasos que he dado hacia la edad adulta (no así a la madurez) es descubrir mi gusto por la música ranchera. Sucedió de golpe hace diez años en casa de mis tíos en Valle de Bravo... fue durante la imborrable primavera en que se murió Lola Beltrán. Mi tía me sentó en la cocina, nos sirvió dos cubas enormes y después de leer el periódico, exclamó lo que se ha mantenido como uná de sus más célebres frases (y vaya que tiene muchísimas): "Se resbaló el precio de la tortilla. Nadie come. Todos sufrimos... ¡te fuiste, Lola! ¡Te fuiste!" Unas horas después, en plena borrachera, estuvo a punto de hacer maletas para peregrinar a sus funerales en El Rosario, Sinaloa con todo el fervor del cual era capaz. En su lugar, nos quedamos la noche entera tocando el CD del concierto de Lola en Bellas Artes hasta rayarlo.
Este año ha pintado más o menos. No he padecido desgracia alguna (afortunadamente), pero siento que aún no exploto como ser humano. Soy, como una tía le gustaba decir, un "pastel a medio hornear". Y no es por falta de ganas... no, no, no. En algunos sentidos he puesto todo de mi parte. SC, por ejemplo, sigue punzándome en el costado a cada recuerdo. Me siento culpable, me avergüenza lo que pasó. Claro que cuando nos volvamos a ver tendré que aparentar todo lo contrario. Creo que piensa que soy de lo peor porque siente que le apliqué una transa emocional. Me preocupa que alguien en el mundo me tenga bajo un concepto de deshonestidad. Sólo yo sé que no es así, pero ya es muy tarde. Aunque el tema entre los dos está viciado y muerto, me mortifica que alguna vez lo vuelva a ver.
Update: ya me respondió AGG.
Faltan 22 días para mi cumpleaños número 31. Ahora sí voy mar adentro en mis treintas. No es algo que me encante, pero qué le vamos a hacer.
Es posible que mi amiga Estellita tenga razón y creo que le voy a hacer caso. Este fin de semana le organicé una cena de despedida en mi casa y al final, cuando ya se habían marchado todos, nos quedamos platicando hasta las 5 de la mañana (¡como en los viejos tiempos... pero sin que yo bebiera!). Me hacía mucha falta su amistad y consejos... su perspectiva es tan valiosa... aún tengo que reflexionar sobre lo que me dijo, pero es muy posible que acabe cediendo. Lo más importante es que tengo que encontrar las maneras útiles y productivas en donde vaciar mis ganas, esfuerzos, amor. Va a ser crucial para poder seguir adelante. Por lo pronto he dejado de beber (¡1 mes!) porque por fin decidí a aceptarme como alcóholico. Ahora que he despejado ese nubarrón de mi cabeza, sólo debo hallar la forma en que puedo ser valioso para el mundo... y, lo más importante, cómo ser feliz. Para lograrlo, no necesariamente tengo que encontrar el amor de una persona. La felicidad está dentro de mí, por más que suene a frase de una película del Hallmark Channel (estelarizada por Roma Downey). Eso es lo que me va a mantener sano.