Los humos del alcohol
Pues ya fui y vine de Monterrey. Fue un fin de semana como tantos otros que he pasado en Monterrey desde que ya no vivo ahí. Sin querer, sigo el mismo patrón de chingaderas que siempre me ocurren en estas visitas: lagrimitas, crudas, recriminaciones, risotadas desquiciadas, borracheras de tren descarrilado, enjuiciamientos a media sociedad, depresión, comilongas. En breve, bipolaridad: cómo te quiero. ¿Acaso seré bipolar? Realmente lo dudo porque mi vida ya sería un verdadero desastre sin solución en estos momentos. Lo digo así porque pienso que todavía hay solución y porque aún logro manejar mis emociones de la mejor manera que puedo. Pero bueno, habría que preguntarle a los que están cerca de mi para saber qué piensan. Total, mis papás y hermana me regalaron un IPod que no puedo usar porque mi chingada computadora no tiene el maldito Windows 2000 Service Pack 4 (o Windows XP) que se requiere para instalar el programa. Y creo que la cosa esa cuesta bastantito. A ver cómo solucionamos esto. Puros pedos.
Ahora sí estoy ahorrando para ir a Los Angeles a principios de octubre. Cómo quisiera estar ganando más para poder ahorrar para el futuro y también para regalarles un viaje a mis papás de aniversario de bodas. Pero eso lo sabremos pronto porque se lo plantearé a mi jefe.
Hoy fui al aniversario de una tía que cumplió un año de haber dejado de beber. Estuvo lo máximo. Mucha, mucha emotividad. El corazón a flor de piel. Felicidades a mi tía.
2 Comments:
Me alegra lo de tu tía, pero no sé por qué se me viene a la cabeza la imagen de toda la familia brinando con vino o algo así... Qué contradictorio. En fin, ¡salú!
11:30 PM
Gracias, Ligustrino! Y bienvenido a mi blog. Me da gusto tener otro lector. Ahora leeré el tuyo y también te dejaré un comentario.
Saludos
Laszlo
10:20 AM
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