Más que tu amigo
Anoche volvió. No sé por qué lo hace. Se disculpó por no haber contestado el mensaje que le envié por celular el domingo. Dijo que tenía mucho trabajo con la obra y por eso no podía estar al pendiente del teléfono. Pero estoy seguro que su trabajo no duró toooodo el domingo y ¿acaso no me pudo enviar un mensaje ayer lunes? ¿Por qué insiste en adoptar actitudes tan negativas, tan resbalosas, hacia mi si yo puedo ver que en el fondo no es así? Mi lucha entonces será sacar lo bueno que tiene dentro y ponerlo sobre la mesa. Hacer que se enfrente a lo que está pasando, porque estoy seguro que no ignora la atracción que por lo menos ha surgido en mi y de la cual se está aprovechando (o parece estarlo). Habrá que despejar la nube de conveniencia que se ha empeñado en crear a su alrededor.
Me echó dos o tres flores y luego me dijo que había que ir a cenar al Thai Gardens en Polanco a mi regreso de Los Angeles. "Llámame", dijo. Yo le respondí: "O también tú puedes llamarme." Se detuvo unos instantes y me miró con sorpresa. Como si no esperara que me fuera a atrever a contestarle eso. Pues ahí lo tienes, no siempre seré el corderito noble rumbo al matadero. Aunque me muera por ti, también tengo que conservar algo de dignidad. También debo ver por mi, cerciorarme de alguna manera que te gusto más que como un contacto profesional. Más que un amigo. Más, mucho más.
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