Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.

Wednesday, August 30, 2006

A pesar de todo: ¡tú!

¿Por qué me tuviste que mirar así? Es lo que más me molesta. No debiste hacerlo. ¡No debiste! Me tortura el recuerdo de tus ojos, la forma en que cayeron sobre los míos. Me encendieron en un furor que aún no termina... sólo que ahora todo ha comenzado a agriarse al caer en cuenta que posiblemente haya sido una alucinación.

Pero me queda tu mirada. Esa cabrona sonrisa que me echaste encima y que me comió a mordidas. ¿Por qué lo hiciste?

Contesta, P.
Búscame.
Hállame otra vez.
De otro modo, este fin de semana lo intentaré hacer yo (después de mi visita fallida de anoche).

Dame una respuesta, rescátame, prepara para mí el mejor platillo que salga de tu cocina (tú que lo haces tan bien... the chef), o haz que olvide de una vez del sábado por la noche en tu nuevo bar de la Condesa, cuando estabas al pie de la barra y me encontraste en mi camino al baño, platicabas con tu primo y yo te pregunté si eras europeo porque por idiota pensé que tenías un acento extraño y tú reíste y me dijiste que no, que eras chilango, y me tomaste del brazo y me apuntaste en dirección al baño (hacia el fondo del bar subterráneo, naranja y oscuro) y no me dejabas de mirar y el DJ tocaba alguna canción de los ochenta y tus ojos sobre mí y no había más gente en el bar y tu pelo era güero y tu estatura grande,

y me hiciste tuyo.

1 Comments:

Blogger M said...

Y yo diría: muy para tu bien, él...

10:11 PM

 

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