Subo al tren descarrilado camino a la chingada. Traigo la sangre caliente.

Monday, August 28, 2006

¿Qué precio tiene el cielo?

¡Espero que este sábado haya dado con esa respuesta!

Desafortunadamente estaba muy crudo para quedarme en el bar y descubrirlo.

Pero sólo bastó con que me sonriera... así, de pronto, sin esperarlo... volteé y me tomó del brazo y fue como si me hubiera estado esperando toda la vida y nada le hiciera más feliz que hallarme por fin. Parece exageración mía, ¡pero lo vi en sus ojos! "El imperio de sus ojos"... azules, para acabarla de chingar. Su seguridad y encanto fueron tales que pensé que me estaba viendo así porque ya nos conocíamos de antes. Descontrol. El momento logró atravesarme y aunque fueron sólo unos segundos, me cimbró.

Tiene a su propiedad un bar/restaurante en la Condesa (where else). Físicamente es lo máximo, LO MAXIMO. Y por lo poco que platicamos, dejó ver en su personalidad y actitud lo que siempre acaba siendo mi debilidad... la nobleza. ¿Por qué siempre me deshago ante esa chingadera? Es como mi pinche kriptonita, carambas.

Después, cuando ya se había ido, dejé mi teléfono en la caja como pretexto para que me inviten a la inauguración, pero obviamente fue con la ilusión de que me llame (lo cual no creo que vaya a hacer... sólo en mi mundo esquizofrénico la gente hace cosas así). Pero voy a volver al bar con la esperanza de que nos encontremos de nuevo... y si no ocurre nada, pues entonces buscaré la respuesta a mi pregunta en otros lados y que Dios me bendiga.

Por lo pronto, me aferro al momento que viví... aquel que siempre será mío.

1 Comments:

Blogger M said...

Ojos así merecen cimbrarse, y nunca recogerse...

8:17 PM

 

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