Me faltan frenos al quererte

¿Existirá alguien a quien pueda decirle eso?

Update: Salí al cine con Barragán y estuvo padrísimo. Nos tratamos como amigos y realmente lo disfruté. Bajo riesgo de sonar ridículo (o muy puto), sentí bonito.

Y hablando de putos, quiero recordar lo que escuché desde el interior de un carro que pasó a un lado mío cuando iba caminando por una calle de Tepoztlán: "ese güey es puto y no mamadas".

Hace TANTO que no me insultaban de esa manera... quizás sea porque llevo mucho tiempo alejado de la provincia mexicana y de todos los personajes e ideologías que la infectan que, debo confesar, esa frase me hirió más de lo que hubiera imaginado. Ni siquiera volteé a ver la cara de quien lo había dicho... sólo hubo una voz y con eso tuve. Me hizo despertar a la verdadera realidad de este mundo, la que existe y no la versión mía en la que todos vivimos en las bellas praderas de la Condesa, donde la gente se acepta sin pedos o simplemente se valen madres mutuamente.

Esa frase me remitió a infinidad de situaciones parecidas por las que pasé en mi infancia y adolescencia, aquellos lindos momentos que me llevaron a despreciarme y a no comprender mi naturaleza básica e innegable. Por un rato volví a avergonzarme de mí mismo como entonces. Sé que es un sentimiento que aflorará siempre que haya gente que lo provoque... porque soy así, un ser que siempre tendrá la necesidad de caer bien, de ser aceptado, de que se me permita hacer feliz a quien me rodea. Cuando me lo impiden o me ofrecen frases como ésa, el interior se me desacomoda y llega el desplome y los cuestionamientos y la oscuridad. Mientras más pronto digiera que no puedo hacer nada contra esa ansia, chingaderas como la que viví en Tepoztlán quizás me afecten menos.

Y sobreviviré.